EL CANTO DE LA VIDA

EL CANTO DE LA VIDA.

por Cayo Vicente

Para Nina, acribillada por esbirros del Estado en Huejotzingo, Puebla, el 19 de noviembre de 1993.  No obstante, canta.

 

“Procuren, si son cantores,

el cantar con sentimiento,

no tiemplen el estrumento

por solo el gusto de hablar,

y acostúmbrense a cantar

en cosas de jundamento”.

 

                                     Martín Fierro a sus hijos. (José Hernández)

           Uno  nace desnudo, llana y limpiamente. No arriba para existir y después extinguirse sin estela ni mérito, sino para atreverse a vivir y preñar a la muerte. Sólo amando es posible corresponder en dimensión exacta al privilegio de ser humano. Amamos si celebramos la vida y tomamos partido por ella en toda circunstancia.

            Se transita acumulando experiencia y siempre llega la hora en que aprendemos a forjar y defender anhelos con amor a filo de machete en vuelo; justo cuando la conciencia se ha fundido al corazón y sexo. A partir de entonces es posible conocer a otros semejantes, irrepetibles y únicos, que buscan, sin sojuzgar, un mismo tipo de estrella por el oriente. Este encuentro germinará y dará frutos.

           En la travesía vital cada quien elige sus herramientas y cima de realización; izando su propio ritmo, melodía y armonía; asumiendo su particular entonación, intensidad y voz. Nadie vale mas ni menos, tan solo es y hace. Confieso,  hermanos,  que no encontré mejor camino para  fundirme al universo que esta labor que me pare y paro. La llaman cantor, de lo que soy apenas aspirante.

Amo todo lo que es bello,

amo a Eros sin recato,

amo la vida y canto

por nuestros sueños sublimes,

el Amor jamás se rinde

ante la muerte y espanto.

 

           Es verdad  que no hay canto más sublime y potente que el que ondean en callada y cotidiana jornada los pueblos del mundo por su sobrevivencia, identidad y liberación. El cantor pertenecerá a su tiempo si es capaz de asumirse actor y testigo,  escuchar ese silencio y  proponer un arte que transmita ideas, valores éticos y sentimientos  de Dignidad humana, intrínsecamente revolucionarios. Un  canto  como hato para cada uno de los que sueñan, persisten  y llevan sus propios sonidos, aromas, texturas,  sabores y colores, mientras navegan.

          Todo acto creativo es un ejercicio de descubrimiento y exploración. Sólo puede realizarse sin miedos ni egoísmos, arrostrando los riesgos. El cantor podrá cumplir mejor su encomienda si abreva con ímpetu asiduo  en los manantiales que fluyen de las más altas cumbres creadas por la humanidad en su devenir: CIENCIA, ARTE y FILOSOFIA materialista dialéctica-histórica. Además de conocer la Historia de su país y  de la actividad que realiza . Añadiendo la necesidad de estar al tanto sobre la realidad local, nacional o mundial  que lo circunda. Acción, formación e información ensancharán profundamente  su sensibilidad y le permitirán tener el pulso del momento que vive para testimoniarlo con mayor  exactitud y originalidad.

Cuando pulso la guitarra

canto al hombre, a la mujer,

no he venido a entretener

ni a competir por aplausos,

no prostituyo mi canto,

¡machetes vine a encender!

 

           La creación del cantor transitará libre por los ríos subterráneos del espíritu humano en cualquier tiempo y espacio; será semilla que inspire y potencie creatividad multiforme; será espejo de agua fluida o silencio que estalla y fertiliza; siempre que se compenetre  con audacia a la vida, matriz inagotable de todo canto. Esa obra debe tener, por consecuencia, una respetable calidad, el más alto grado posible, tanto en su forma artística-técnica como en su contenido conceptual; vale precisar: belleza musical; hondura y claridad poética en el texto.

           Produciendo así admitimos que nuestro canto late y se reconoce político, comprometido, testimonial, militante, nuevo, por las mismas sencillas y complejas razones por las que vivimos: necesidad de afirmar, de resistir, de luchar, de decir, de festejar, de amar…

           Construyendo así confirmamos  que  tenemos por qué cantar: para conjurar el horror en tiempo de canallas; para sembrar la fertilidad de los caídos; para romper prisiones y aislamientos; para aguardar por quien todavía no ha vuelto; para que el dolor se transfigure coraje y fuego; para que nunca desfallezca la esperanza; para que la derrota arremeta contra sí misma; para enjuiciar al cobarde y al malvado; para que no se marchite la memoria de olvido; para besar a todos los que amaste y te han amado; para volver en vid y departir con los amigos; para hilvanar sonrisas aromadas; para esparcir semilla-soles en los pechos; para encender conciencias libertarias; para que de a luz su sino justo y bueno nuestra Patria ;  para anunciar  la dulce certeza del Alba …

 

Nunca el amor fue deber,

sino placer, savia, vida;

la penumbra está prohibida,

de la luz somos guerreros,

nuestro andar es fuego nuevo,

nuestra sangre la alegría.

           En esa dimensión la senda está trazada por cantores como Atahualpa Yupanqui (Argentina), Violeta Parra, Víctor Jara (Chile), Alfredo Zitarroza (Uruguay), Benjo Cruz, Alí Primera (Bolivia), Carlos Puebla (Cuba), Paco Cutumay Camones (El Salvador), Judith Reyes, José de Molina (México). Ellos que han traspasado el umbral de la existencia física, laten pese a todo cada vez que cantamos.

               No sería mala labor que en México  además de organizar encuentros de canción sustantiva, necesaria,  pudieran cumplirse  tareas como la creación del  archivo nacional correspondiente, la  consignación escrita de su modesto  decurso y la fundación de una escuela de cultura que aliente el desarrollo de nuevos cantores, que aquí y ahora se requieren con vehemencia.                           

Para nutrirse de vida hay que engendrar un formidable canto  colectivo.

Cantemos.

 

Ya se va Cayo Vicente,

mi destino poco importa

si zurca como gaviota

mi canto todos tus mares

y a pesar de los pesares

ama en besos de tu boca.

 

¡ VIVA LA LUCHA DE LOS PUEBLOS POR SU LIBERACION ! 

San Salvador Atenco, México, a  19 de noviembre del 2008.